Ya que la Semana de la Salud Mental empieza el 22 de Mayo, no hay mejor ocasión para fijarnos en nuestra salud mental y bienestar. El tema de este año es la ansiedad. Una preocupación cada vez mayor para mucha gente, ahora se estima que más de 8 millones de personas en el Reino Unido sufren de ansiedad en algún momento, según el departamento de Salud Mental de UK. En nuestro último blog post, pudimos leer a Sarah Parris @sarahssupjourney hablando sobre deportes y salud mental y, específicamente, sobre algunos de los beneficios que el paddle surf aporta a nuestra salud mental.
Yo empecé en el paddle surf en 2017 e inmediatamente me conquistó después de probarlo con una amiga. Pronto me compré mi propia tabla de paddle y empecé a usarla con más frecuencia hasta que en 2018 me quedé embarazada. Mis salidas se interrumpieron enseguida y, más tarde, debido a que tenía que cuidar a mi bebé, me resultaba difícil encontrar tiempo para mis excursiones en el agua. Es decir, tenía que conoformarme con verlo desde la orilla del río o desde la playa.
Mientras echaba en falta lo que me gustaba, me encontré a mi misma convertida en una mamá encerrada en casa acostumbrada a estar sola. Un año después, tuve otro bebé y vino el Covid – lo cual no ayudó mucho a mi salud mental. Como le ocurrió a muchas otras personas, mis ansiedades se convirtieron en una preocupación. No quería salir y me distancié de familia y amigos, incluso cuando ya nos permitieron juntarnos de nuevo.
Después de un tiempo considerable sin tener contacto con mucha gente, exceptuando a los del trabajo, una amiga mía que había seguido practicando el paddle durante todo este tiempo habló conmigo para convencerme de que «volviera a bordo», por así decirlo, y concederme el espacio que necesitaba. Yo estaba muy reticente pero lo intenté de todas formas. Una vez más me enamoré de nuevo de sentir mi cabeza despejada y del disfrute que me aportaba estar en el agua. Otra vez mi amiga intentó que me relacionara más con otros grupos en el agua y nos propusimos pequeños mini-objetivos para facilitar mi vuelta. Esto fue de gran ayuda, pero yo todavía estaba reticente a juntarme con gente debido a la anisedad por estar rodeada de otras personas.
Después de consultarlo con mi médico y otros profesionales de la salud, me animaron a probar la terapia individual y en grupo para hacer frente a mi ansiedad. Aunque estas sesiones ayudaron, no me hicieron sentir mejor y tenía que esforzarme todo el día cuidando a los dos bebés. Un profesional sanitario me ayudó a reconocer que mi corazón estaba en el agua, así que me animó a intentarlo de nuevo, aunque haciéndolo de forma más regular esta vez con un nuevo grupo de gente. Ahí fue donde empecé a deshacer el lío de mi cabeza y a dejar ir el ruido que había en mi vida.
Así que decidí unirme a un grupo de gente con mis mismas inquietudes. Nos reuníamos sólo para remar y hablar. Este grupo fue una gran compañía en aquellos momentos en los que sentía que necesitaba ánimos, pero también era estupendo solo para remar y no tener que hablar si no me apetecía. El paddle surf me llenaba la cabeza de pensamientos positivos y me distraía de todas la preocupaciones a las que me enfrentaba en mi día a día.
Ahora agradezco el tiempo que paso en el agua mucho más y he empezado a disfrutar del entorno y el paisaje. Creo que todos somos culpables de caminar o conducir sin fijarnos en la vida que hay a nuestro paso, incluso la flora y la fauna, pero en el agua abres los ojos mucho más.
Desde el final del verano pasado y en este invierno, he salido al agua con mucha más frecuencia y he visitado muchos lugares lejos de mi zona. Incluso he asistido a una sesión de paddle en aguas bravas y a un curso de paddle en mar abierto, que me ha ayudado a ser más consciente y ahora espero con muchas ganas el verano para salir de nuevo al agua. Como dice mi pareja, ¡esposa feliz, vida feliz!
Gracias a Sarah por compartir esta historia con nosotros. Por favor, consulta mhe-sme.org para encontrar recursos si estás teniendo problemas con tu salud mental.
